Amos del Fuego: Nigredo · Gabriela A. Arciniegas (reseña)

by - abril 11, 2022

 


Hay otros mundos, pero están en este. Hay otras vidas, pero están en ti. (Paul Eluard)


Gabriela Arciniegas nos plantea una historia donde especula sobre la posibilidad de otras realidades —“otros mundos, otras vidas”— que se entremezclan y comparten ese continuo que llamamos cotidianidad. No es nuevo abordar un tropo como aquel en la literatura fantástica, se ha hecho mucho y existen ejemplos notables, aunque también podemos encontrar resultados terriblemente ingenuos y artificiosos… Solo considerando eso, lo que se ha propuesto ofrecernos Arciniegas es un tremendo desafío.

«Amos del Fuego» lo aborda desde lo cotidiano. Thomas Ligotti sugería que lo temible se esconde bajo una frágil y engañosa normalidad. Para él, el miedo se pivota en la realidad que nos rodea, sobre paisajes anómalos o deformados por nuestra percepción, entregándonos una mirada a infiernos invisibles poblados de rostros comunes. En esa cotidianidad llena de sonidos, olores y texturas, Arciniegas nos va pintando el mundo que habita Esteban. Un joven que ha tenido que vivir en la calle, enfrentándose a la orfandad y la violencia del abandono, y ha conseguido ser tan violento como sea necesario para sobrevivir.

Los personajes de «AMOS DEL FUEGO: NIGREDO» van apareciendo sin apuros, nos los van esbozando sin sobresaltos, avanzamos y retrocedemos en el tiempo y los recuerdos, superponiendo la ensoñación con la cruda descripción del paisaje, y en ese ritmo pausado, vamos como pelando capa por capa la historia que nos quiere contar.

Las imágenes son tremendas. Particularmente disfruto mucho de leer textos donde lo lírico y la sonoridad de las palabras tiene tanto peso como sentido. Hay escenas como la primera «cacería» del protagonista, donde la sangre de su víctima es el detonante que exacerba su percepción, y nos remite a esos estados alterados de la conciencia descritos por Aldous Huxley; o sus encuentros sexuales, donde es tan fácil evocar «La Saga de la Bella Durmiente» o el «Ciclo de las Brujas de MayFar» de Anne Rice. Hay una incuestionable sensibilidad femenina para describir la violencia y el sexo.



«AMOS DEL FUEGO: NIGREDO» nos entrega un equilibrio sugestivo entre las reflexiones del protagonista y esas tomas casi fotográficas de la ciudad: su pulso, modos y color de las palabras, a las que vamos acostumbrándonos también paulatinamente. Creo que aquí tenemos un buen ejemplo de cómo abordar un paisaje local sin perder la perspectiva de universalidad. Uno puede conocer o no Bogotá —lugar donde se desarrolla la historia—, pero definitivamente se siente la cuidad en sus páginas.

¿Cómo deberíamos catalogar la novela? Y, más importante aún… ¿Hacerlo enriquece la experiencia de leerla? Podría ser una fantasía urbana o algún tipo de elfpunk. Acostumbramos elaborar infinitas categorizaciones dentro de cada género, y tal vez para fines académicos puede tener todo el sentido del mundo diseccionar una obra y encuadrarla en un registro previamente creado. Poner etiquetas es algo que hacemos con absoluta eficiencia… pero como lectores, es bueno recordar que justamente esa disección casi aséptica, podría hacernos perder el disfrute de abordarla con una mirada desapasionada y llena de asombro.

«AMOS DEL FUEGO: NIGREDO» es una novela laberíntica, y no porque esté repleta de enigmas o acertijos que debemos ir desentrañando, sino porque nos conduce a recorrer el camino del héroe a pasos lentos… y me aventuraría a decir: un viaje del héroe inacabado. Partimos de un quiebre en la cotidianidad y vamos dando mil vueltas sobre las dudas del protagonista mientras se pone a prueba a cada instante, debatiéndose entre la moral aprendida y esa exultación de la naturaleza que encuentra en el «otro mundo» que irrumpe en su vida.

Es una «novela de pasos», como aquellos viejos ritos etarios donde el niño aprendía a ser hombre. Acompañamos al protagonista mientras deja su infancia, se adueña de sus memorias olvidadas y va aceptando su propia naturaleza. Quizá por esa razón es tan fácil enganchar con el derrotero de Esteban, en mayor o menor medida, todos nos sentimos identificados con sus incertidumbres y contradicciones. Finalmente, todo se reduce a la necesidad de aceptarnos y fortalecer nuestra identidad.

Joseph Campbell decía en «El Héroe de las Mil Caras» que el inicio de toda gesta heroica es el conflicto, debe comenzar porque algo se ha roto de alguna manera… En la novela, la cosmovisión de Esteban —donde seguramente muchos podemos vernos reflejados— se va desmoronando poco a poco, capítulo a capítulo. Arciniegas va descubriéndonos esa otra realidad que llama «Beleica» y juega con nuestra capacidad para anticiparnos al desenlace. Imagino que con una pícara crueldad sonreirá al intuir nuestras caras de desconcierto al ver que las cosas no suceden como habíamos imaginado.

La imagen de «La Bestia», el icónico monstruo al que nos tiene acostumbrados la literatura de horror, nos acompaña a lo largo de toda la novela: pero no es una corporeidad, sino más bien, es una identidad que subyace en el protagonista. Lo monstruoso aquí está en los riesgos y márgenes de su humanidad, en el riesgo de ser y existir más allá de las normas y convenciones. Seguir el derrotero de Esteban arroja luz sobre los rincones más oscuros y ocultos de nuestra alma humana.

Más que miedo, lo que nos espera provocar, es inquietud. Colocándonos al límite mismo de lo que conocemos de nosotros mismos, hablándonos de nuestra parte más oscura y desinhibida, que aquí, justamente no posee para nada una naturaleza negativa. Ese mundo «Beleico» que nos esboza, es una exultación de la naturaleza más allá de las categorías morales. «AMOS DEL FUEGO: NIGREDO» es una novela envolvente a cada página, una descripción cruda y visceral de los propios abismos desde lo cotidiano.



Gabriela A. Arciniegas (Bogotá, 1975)

Novelista, poeta, cuentista, ensayista, traductora del inglés y el portugués. Literata, Magistra en Literatura latinoamericana, candidata a Doctora en Ciencias Humanas. Docente y conferencista, incluida en varias antologías de cuento y poesía. Actualmente está radicada en Chile. Publica en novela: Rojo Sombra (2013); Legiones de luz (2021) (Nouvelle serializada); Amos del Fuego (versión peruana de Rojo Sombra, 2021). En poesía: Sol Menguante (1995); Awaré (2009); Lecciones de vuelo (2016).  En cuento: 13 relatos infernales (co-autoría, 2015); Bestias (2015); Cuentos del café Flor (2018), Las formas del aire (2020).


Reseña de Raúl Quiroz Andia


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